domingo, 26 de julio de 2015

LA MORTAJA (TE RECORDARÉ HASTA EN LA MUERTE)


Representación de "O Velorio" de Francisco Taxes por el Centro Dramático Galego.

Lo que pasó aquella noche en una pequeña aldea de Vigo nunca lo olvidaremos. Desde el mismo momento en que los sepultureros sellaron la lápida del nicho en donde reposan los restos de doña Anuncia, nuestra boca quedó sellada por un pacto de silencio. Y el caso es que la experiencia, borrosa ya por el paso del tiempo, tuvo su aquel.

Si había un rasgo que caracterizaba a doña Anuncia era que siempre vestía de negro. Alta, delgada, su pelo blanco recogido en un moño regio dejaba a la vista una cara ascética, sus labios eran gruesos y se curvaban hacia abajo en un gesto de amargura, los ojos verdes resaltaban en el moreno de su piel, su mirada era extraña y triste. “La elegancia no está reñida con la austeridad”, decía a veces cuando algún familiar le proponía ponerse algo más alegre. ¿Elegancia oscura?…, sus pocas visitas a Vigo, como dicen los habitantes del rural cuando van al centro, era para despachar algún asunto económico con su administrador, alguna visita al médico o a la modista.

—Siempre va de negro Doña Anuncia, debería alegrar un poco su imagen, le vendría muy bien para la salud  —le decía Don Andrés, el médico.

—No voy de luto ni de alivio de luto, me gusta el negro —le contestaba ella.


lunes, 29 de junio de 2015

SUEÑO ETERNO







Sobre la negra arena yacía el cuerpo, contraste de colores.  Parecía dormir sobre un costado. El agua del mar en retirada mojaba sus pies acariciándolos y dejando restos de arena en su piel.

Una gaviota se posó en la arena a su lado y mientras observaba su presa, miraba altiva alrededor fijando el territorio.

Dio unos saltitos y con temor se acercó al cuerpo. Cuando estaba a su lado echó a volar y volvió. Esta vez se posó tan cerca que le dio un picotazo, segundos antes de remontar cobardemente el vuelo. 

Volvió a posarse temerosa sobre su hombro y cuando se dirigía a picotearle los ojos le arrojé una piedra, quería contemplar su cuerpo por última vez, tal como lo veía todas las mañanas al despertarme, cuando solo era mía.


lunes, 18 de mayo de 2015

DECISIÓN





Bajó los escalones de dos en dos, sentía bajo sus pies el suelo deslizante.  Cuando llegó, dudó. Al iniciar la marcha lo escuchó y cambió de dirección. “Ahí llega”. Corrió, cerró los ojos y saltó, todo se fundió a negro.


Madrid, primavera 2015