lunes, 12 de mayo de 2014

ÉRASE UNA VEZ...

Hace mucho, mucho tiempo, en una tierra ya antigua, en la que vivían brujas y ogros, los hombres se sentían desdichados. Una época en la que sólo se podía entender lo bueno o lo malo, sin término medio. El bueno lo era tanto que hasta se le permitía hacer el mal para lograr el bien. Corría de boca en boca, entre los hombres tristes por su destino, una leyenda. La leyenda aseguraba que existía un reino más allá de las fronteras de la tierra antigua. Se trataba de un reino hermoso y justo, aislado por paganos e infieles. Su rey, digno heredero de sus antecesores, sabios y eruditos reyes, era justo, inteligente y paciente.

Un día, –continuaba la leyenda– llegó a los oídos de este rey, la existencia de una extraña tierra en la que las brujas y ogros mandaban, controlaban y regían el destino de los hombres, cada vez a un nivel mayor de vileza. Que en esas tierras había un rey pero no hacía más que caerse, y hablar sólo una vez al año a través de una caja, tonta la llamaban. Había un ¿malvado? primer ministro, pero no hacía más que culpar al pueblo de los errores y desatinos suyos y de sus amigos. Hablaba sólo a sus adláteres y acólitos a través de una caja dentro de otra caja, tonta, tonta. Allá ocurría una serie de acontecimientos que no eran lo que parecían ser en un principio. Todos estos cuentos para no dormir animó a este Rey Sabio a partir hacia ese mundo tan extraño.

Pero nunca se supo dónde fue o dónde llegó. Con el tiempo, las brujas esclavizaban más y más a los hombres, lo ogros se caían más y más y culpaban al pueblo por ello, haciéndoles pagar, al hombre, generación tras generación cada robo, cada caída, cada error que las brujas y ogros cometían.

No os lo vais a creer, y son pocos los que saben lo que os voy a decir, pero ha llegado a mis manos el cuaderno de bitácoras de su estancia en aquel insólito sitio de tribulaciones. Aquí tenéis el cuaderno de bitácoras de EL PRESTE JUAN.

Víctor Gabriel Arjona

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